Las Tecnologías de la Información y la Comunicación se encuentran presentes en todos los ámbitos de nuestra vida. Además, están en un constante cambio y/o actualización para mejorar sus funciones y los servicios que nos prestan. Podríamos decir que se adaptan a las necesidades que van surgiendo con el paso de los años, necesidades desarrolladas por nosotros y nosotras, el ser humano.
No podemos olvidar que nos facilita el acceso a cualquier tipo de información, cuenta con instrumentos para procesar los datos, nos permite interactuar, entre otras cuestiones. Y, sin duda, la herramienta más revolucionaria para que todo esto sea posible es Internet, un mundo paralelo en el que podemos hacer la mayoría de las cosas que hacemos en nuestro mundo real.
Y, aquí podemos encontrar un problema. No cabe duda que las TIC nos ofrecen una serie de ventajas beneficiosas para todos los ámbitos, sobre todo en el de la educación, pero es fundamental recalcar la necesidad de hacer un uso adecuado de ellas. No podemos permitir que se apoderen de nosotros y nosotras provocándonos una dependencia y/o adicción, un aislamiento social, entre otras cuestiones.
Como educadores y educadoras sociales, somos conscientes que nuestros espacios de actuación son muchos y muy variados. Y, en muchos casos, un uso adecuado de las TIC nos puede facilitar el trabajo, lograr mejores resultados, desarrollar una intervención más didáctica… Aún así, también somos conscientes de que muchas acciones que realicemos serán para paliar la brecha digital producida por estos avances tecnológicos.
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