La palabra radical, se encuentra estratégicamente muy demonizada. Proviene del latín radix -de la raíz profunda-. La palabra radical se utiliza como sinónimo de extremista porque en un sistema que funciona gracias a que la gente que lo conforma no se pregunte los porqués ni los entienda; no llegue a la base o estructura profunda y la comprenda; no se responda sobre las injusticias que sustentan dicho sistema en el que ha nacido, y continúe como si nada, soportando y perpetuando esas injusticias, ser radical, es un problema.
¿Por qué es un problema? Porque ser radical te obliga a ir a la raíz. Te lleva a darte cuenta de las cosas.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué la desigualdad es la base del sistema en el que vivo? ¿Por qué debe haber pobres para que haya ricos?
¿Por qué las mujeres deben ser estratégicamente educadas en lo doméstico para que los hombres sigan moviendo y dirigiendo el mundo mientras ellas permanecen quietas? ¿Por qué normalizamos que nos griten obscenidades por la calle? ¿Por qué eso les sucede a las mujeres, pero no a los hombres? ¿No tenemos teóricamente los mismos derechos? ¿Entonces, qué ocurre para que materialmente se presente una desigualdad tan acusada?
"¡No seas radical!" Me dijeron una vez al expresar mi descontento por mi situación como mujer en esta sociedad.
Ser radical, parecía ser, consistía en mostrarse harta y expresarlo. Consistía en darse cuenta de las cosas más nimias, más sutiles. Esas pequeñas cosas que garantizaban la desigualdad desde lo cotidiano.
"He descubierto que la raíz de la desigualdad de género es todo el sistema", dije, "absolutamente todo se encuentra manchado de desigualdad entre géneros, y vivo en un sistema donde las mujeres ocupamos la posición secundaria y sumisa. Y eso garantiza que este sistema funciona, pero es un sistema criminal, basado en la violencia tanto sutil como expresa hacia las mujeres" Y me contestaron: ¡No seas radical!
Y más tarde me dijeron: "¡Las mujeres feministas son unas radicales!" Y yo lo entendí. Lo entendí todo.
Y yo contesté. Dije: "Demasiado tarde. Una, para no serlo. Y dos, para que me lo crea."
Bebi Fernández.
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